miércoles, 7 de febrero de 2018

"Star Wars (1977)" (Luis Alberto de Cuenca)

He aquí un fabuloso ejemplo de cómo la poesía no tiene límites, que es como un molde "universal" para dar forma literaria a cualquier emoción, cualquier sentimiento, cualquier mensaje que se quiera trasmitir. Es impresionante cómo la Princesa Leia pasa a reencarnar el canon femenino contemporáneo, un paralelo actualizado de Galatea, Dulcinea, Filis, ...; cómo un "chicle", o "patatas fritas" pueden ser tan líricos en un poema como "caricias" o "promesas de amor". La poesía vive, y vive más que nunca porque la realidad en la que vivimos necesita que así sea... Luis Alberto de Cuenca es un testimonio vivo del valor imperecedero de la poesía, de su capacidad inquebrantable de emocionar a pesar del tiempo, de que se puede ser actual sin perder la esencia, la profundidad ni la calidad poéticas.


Hace ya tanto tiempo que no puedo acordarme,
pero sé que ocurrió. No sé dónde. En galaxias
improbables, difusas. Acaso en mi cerebro
tan sólo. No recuerdo ni el tiempo ni el lugar,
pero pasó. Las cosas importantes que pasan
parecen no pasar. Una chica muy pálida
venía de algún astro a jugar en tu sueño
contigo: era tu amiga, la que se fue de viaje
por el cielo, y volvía para no abandonarte
nunca más. Sonreía como una aparición
surgida de las páginas de una novela gótica
y, a la vez, como un hada de los hermanos Grimm.
Se hacía llamar Leia en nuestros juegos. Leia
Organa, para ser más precisos. Un nombre
que sonaba a romance galáctico, a balada
espacial, a cantar de gesta del futuro.
Un nombre que sabía a chicle americano
y a bolsa de patatas fritas en el descanso
de una doble sesión de cine, y a caricias
desmañadas, y a celos, y a promesas de amor.
Hace ya tanto tiempo que no puedo acordarme,
pero sé que ocurrió. Y sé que a la princesa
Leia irán dirigidas mis últimas palabras
cuando la luz se apague, y que repetiré
su nombre en mi agonía (como si Ella tuviese
un nombre) antes de hundirme en la noche total.

No hay comentarios:

Publicar un comentario