miércoles, 14 de febrero de 2018

"Si el hombre pudiera decir lo que ama..." (Luis Cernuda)

Más allá de la fecha, más allá de la publicidad que de este tema se hace en estos días y que nos persigue a la vez que desvirtúa el sentido hermoso de la palabra, en el taller continuamos rindiendo homenaje al tema del amor. Pero, como decimos, más allá de todo... quizá porque suena a tópico es una cuestión que siempre queda al margen, olvidada... quizá porque parece demasiado fácil -por hermoso- hablar del tema, quizá porque todos creemos conocerlo. Lo que sí es cierto es que el amor es uno de los grandes temas de la Literatura por la sencilla razón de que emociona como ninguno; y como ninguno sabe ahondar en la sensibilidad, en la belleza... y ¿qué si no es la poesía? Ahora bien, la sensibilidad y la belleza no siempre implican gozo, sino que, tal vez, un poema es tanto más bello cuanto más tiende al dolor... y es que el amor feliz se puede fingir a veces, pero no el dolor auténtico, que implica una tensión emocional que pone sobre la mesa los sentimientos en estado puro.... Y ahí es donde radica la indudable calidad poética de los versos de Luis Cernuda, al que hoy dedicamos este espacio... Mucho se ha dicho de él, de su figura controvertida, de su tendencias amorosas... eso nos importan en tanto que ha sido el camino para configurar al poeta como uno de los mejores de la Historia. El dolor, como decimos, se hace presente en este poema: "Si el hombre pudiera decir lo que ama..." ... Aparte de esa interpretación de lo prohibido del amor de Luis Cernuda, y la imposibilidad de manifestarlo explícitamente, hay una frustración tan tan honda -así lo creemos- como poeta por no poder plasmar con la palabra la hondura infinita, el dolor, la pasión, la sangre hirviendo ... todo eso que hace auténticos los sentimientos, y que, por inefable, es quizá la fuente inagotable de inspiración y lo que mantiene viva la poesía.


                                                  El poema recitado por el propio Luis Cernuda

Si el hombre pudiera decir lo que ama, 
si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo 
como una nube en la luz; 
si como muros que se derrumban, 
para saludar la verdad erguida en medio, 
pudiera derrumbar su cuerpo, 
dejando sólo la verdad de su amor, 
la verdad de sí mismo, 
que no se llama gloria, fortuna o ambición, 
sino amor o deseo, 
yo sería aquel que imaginaba; 
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos 
proclama ante los hombres la verdad ignorada, 
la verdad de su amor verdadero. 

Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien 
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; 
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina 
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, 
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu 
como leños perdidos que el mar anega o levanta 
libremente, con la libertad del amor, 
la única libertad que me exalta, 
la única libertad por que muero. 

Tú justificas mi existencia: 
si no te conozco, no he vivido; 
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.

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