lunes, 12 de febrero de 2018

El amor, la poesía ... Bécquer

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul. 
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.


Continúa nuestro homenaje al tema del amor en la poesía; tan infinito... tan hermoso, doliente, e infinito. Y entre la maravilla, Bécquer, que es maravilla también por la poesía y por lo que dice de ella:

En una ocasión me preguntaste: ¿Qué es la poesía?
¿Te acuerdas? No sé a qué propósito había yo hablado algunos momentos antes de mi pasión por ella.
¿Qué es la poesía? me dijiste; y yo, que no soy muy fuerte en esto de las definiciones, te respondí titubeando: la poesía es... es... y sin concluir la frase buscaba inútilmente en mi memoria un término de comparación, que no acertaba a encontrar.
[...]
Mis ojos que, a efecto sin duda de la turbación que experimentaba, habían errado un instante sin fijarse en ningún sitio, se volvieron entonces instintivamente hacia los tuyos, y exclamé al fin: ¡la poesía... la poesía eres tú!
¿Te acuerdas?
[...]
¿Por qué no hablar con franqueza? En aquel momento di aquella definición, porque la sentí, sin saber siquiera si decía un disparate.
Después lo he pensado mejor, y no dudo al repetírtelo. La poesía eres tú.
[...]
Antes de ahora te lo he dicho. Yo nada sé, nada he estudiado, he leído un poco, he sentido bastante y he pensado mucho, aunque no acertaré a decir, si bien o mal. Como sólo de lo que he sentido y he pensado he de hablarte, te bastará sentir y pensar para comprenderme.
Herejías históricas, filosóficas y literarias presiento que voy a decir muchas. No importa. Yo no pretendo enseñar a nadie, ni erigirme en autoridad, ni hacer que mi libro se declare de texto.
Quiero hablarte un poco de literatura, siquiera no sea más que por satisfacer un capricho tuyo; quiero decirte lo que sé de una manera intuitiva, comunicarte mi opinión y tener al menos el gusto de saber, que si nos equivocamos, nos equivocamos los dos, lo cual, dicho sea de paso, para nosotros equivale a acertar.
La poesía eres tú, te he dicho, porque la poesía es el sentimiento y el sentimiento es la mujer.
La poesía eres tú porque esa vaga aspiración a lo bello que la caracteriza y que es una facultad de la inteligencia en el hombre, en ti pudiera decirse que es un instinto.
La poesía eres tú porque el sentimiento que en nosotros es un fenómeno accidental y pasa como una ráfaga de aire, se halla tan íntimamente unido a tu organización especial, que constituye una parte de ti misma.
Últimamente, la poesía eres tú; porque tú eres el foco de donde parten sus rayos.
[...]
Yo, sin embargo, la comprendo (la poesía); la comprendo por medio de una revelación interna, confusa e inexplicable.
Deja esta carta, cierra tus ojos al mundo exterior que te rodea, vuélvelos a tu alma, presta atención a los confusos rumores que se elevan de ella, y acaso la comprenderás como yo.
(Se continuará.)
[El Contemporáneo, jueves 20 de diciembre de 1860.]

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