El verso a veces se desata porque necesita saltar por encima de sí mismo para expresar más allá de lo que la belleza simple podría expresar. Entonces, deja ver su fuerza, el choque del alma con la realidad que en ocasiones desespera,... pero, a su vez, deja ver que, a pesar de todo y de todos, la poesía salva.
Enfermiza la obsesión por ocultar el alma. Finaliza otro
capítulo, esto no mejora. Y al final llega la hora, el dolor rompe la calma, el
silencio retrata una verdad desoladora.
Ya casi no recuerdo el brillo con el que brilló. Ando
perdido; sí; ando cansado. Casi no recuerdo que significa ser yo; y vuelvo en
mí, hundido antes que tocado.
Ya no tengo tiempo para estupideces,
ni para silencios que están llenitos de ruido. Tengo rock
and roll y whisky que beber a veces. Y otras veces; escribo, fumo y olvido.
Rubén Aguilar
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