miércoles, 25 de enero de 2017

Callando verdades en silencio

El amor es complicado pues escapan sus mecanismos a la razón; pero la poesía da palabras al sentimiento más inefable incluso para darle vuelo hasta el corazón de otros que sepan comprenderlo; pero para eso hay que tener la valentía de aventurarse y traducir al idioma del verso los valores más ocultos del alma.

Llantos de luna y ceniza
Quedan de las doradas alabanzas
Donde tu piel y tu alma me entregabas
Y nuestras vidas brillaban unidas.

Éramos soles de pura armonía
Ardiendo de pasión con nuestras llamas
Que el silencio hizo quemar templadas
Ahogadas al fin en lágrimas frías.

Quisiste sin quererlo mi final
Hablando de tus sombras y pecados
Y callando verdades en silencio.



Escogí una causa perdida más,
Estar por accidente enamorado
Para acabar pagando un alto precio.

                                    Diego Piqueras

Sé que sigo vivo

El verso a veces se desata porque necesita saltar por encima de sí mismo para expresar más allá de lo que la belleza simple podría expresar. Entonces, deja ver su fuerza, el choque del alma con la realidad que en ocasiones desespera,... pero, a su vez, deja ver que, a pesar de todo y de todos, la poesía salva.


Enfermiza la obsesión por ocultar el alma. Finaliza otro capítulo, esto no mejora. Y al final llega la hora, el dolor rompe la calma, el silencio retrata una verdad desoladora.

Ya casi no recuerdo el brillo con el que brilló. Ando perdido; sí; ando cansado. Casi no recuerdo que significa ser yo; y vuelvo en mí, hundido antes que tocado.

Ya no tengo tiempo para estupideces,
ni para silencios que están llenitos de ruido. Tengo rock and roll y whisky que beber a veces. Y otras veces; escribo, fumo y olvido.

                                                                                                       Rubén Aguilar

Siempre vistes primavera

La poesía es capaz de conseguir el milagro; cabe en sí tanta belleza, que entre sus horizontes puede albergar la magnificencia de la tierra fundida con la imagen amada. Nada más profundo que el verso, nada más intenso que el canto del poeta, puede abrazarlo todo con ese equilibrio que hace posible el reconciliarse con el alma.

La hojarasca seca de noviembre
Reflejada en tus ojos pardos,
Teñida como tu piel cobriza.
Los lunares que se pierden
En tu cuerpo anhelando regresar
Hacia la oscura noche de tu pelo.
El otoño reflejado en tu cuerpo
Cubriéndolo todo de angustia,
Pero por sonrisa;
Siempre vistes primavera. 

                         Daniel Rodríguez

Y me empeño en amar

Una vez, y otra... hablamos de la poesía como lugar donde los sentimientos se expanden, se autentifican... viven, viven sin lastres ni ataduras ... Y una vez, y otra, nos sorprende y emociona el comprobar que es plena y trepidantemente cierto:

Y me empeño en amar,
lo inhumano.
En idolatrarte en mis versos,
besarte con mis ojos.
Llorarte con mis labios.
En hacer de ti,
una religión.
Por la que pierdan la razón,
todos los ateos.
Y hacerme pecadora compulsiva,
por querer hacerte heridas,
una y otra,
y otra,
y otra vez.
Aunque nunca entenderías,
que el sentido de todo esto;
era justo eso.
Dar sentido a mis lagrimas vacías,
llenarme la copa y no dejarla vacía.
Herirte, solo para que te curara mi saliva.
Nunca lo entenderías,
que para volver a ser mía;
tendría que olvidar tu risa.

                         Emilia Ramos

Se han olvidado

Afortunadamente, la presencia de la poesía, de los poetas, sigue encendiendo la luz del mundo cada día; aunque no se perciba, aunque el prosaísmo de lo cotidiano parezca que la apaga... sabed que, en cada recodo de ese mundo, hay un poeta que llora, que ríe, que renueva los sentimientos para preservarlos del olvido.

Se han olvidado,
de las notas debajo del café.
De la melodía de la guitarra del metro,
del que canta con voz rasgada,
al que le tirabas dinero.
El que con ese salario,
invitaba a la chica del anden número 4,
a tomar cerveza.
Y si eso le cantaba,
un par de canciones al oído.
Y ella le escribía te quiero,
en la púa que siempre llevaba consigo.
Se han olvidado,
de dormir con la luz encendida,
por quedarte hasta las tantas,
leyéndote ese libro.
Que encontraste tirado,
lo adoptaste y acomodaste.
Y le diste un sitio.
Se han olvidado,
de cómo nos queremos los locos.
Sin ataduras,
sin comprensión.
Amor que solo te sirve,
cuando no estás encadenado,
a lo que la sociedad mande, a lo que esté bien o mal visto.
Amor a quien tu corazón quiera.
Se han olvidado,
de que el mundo sigue lleno de poetas.

                                       Emilia Ramos

Saca las armas, desenvaina el amor

El amor, la lucha... todo uno; porque amar no es fácil, no es fácil la constancia cuando se evaporan los signos de esa unión que un día se creyó para siempre. El amor necesita la pasión, la salvación de obstáculos, para salvar el alma.

Tira el cuchillo al suelo,
afílate los colmillos antes de dirigirte a mi.
Que hoy no quiero genocidios de mis células,
al verte partir.
Ya has hecho lo mas difícil,
afronta la sonrisa la partida.
Que esta vez, me la juego por mi misma.
Vamos, saca las armas.
Que yo tengo las mías desenvainadas.
Que estoy harta de luchar contra mis desastres,
cuando me quieren más que Picasso al arte.
Vamos, saca las armas.
Las pistolas que utilizaste,
para alejar a quien quería arroparte.
Saca las armas y pelea contra mi,
que te lucho a besos, a caricias.
Y a llenarte la cara de carmín.
Vamos, saca las armas.
¿ O es que ya te has rendido,
y me amas ?

                              Emilia Ramos

miércoles, 18 de enero de 2017

Que la cordura no mate el verso

El puente estaba enamorado del suicida,
al igual que mi mano de sus caricias.
La cuerda derramaba lágrimas,
porque sin su loco
los nudos ya no contaban nada.
El candado busca desesperado,
una llave de la que enamorarse.
No hubiera estado de más decirle
que a veces la gente ahoga en ríos a su amante.
Y al atado le obligan a mirar cómo se la lleva la corriente.
La luna desde arriba, me sigue aconsejando.
" Olvida las locuras" me susurra;
Pero lo siento, luna,
que sin su boca yo ya no conozco cordura.

                                          Emilia Ramos

Autorretrato


A veces, la poesía nos rescata de las lágrimas y un verso hace el milagro de extinguir la tristeza; y hace que la búsqueda se transforme en hallazgo de la sonrisa.

Me estoy empezando a retratar,
de nuevo en un folio en blanco.
De esos que te da miedo escribir,
por si estropeas algo.
Pero es que en mi folio,
a estas alturas,
debería ser impermeable,
por todas las veces que he llorado.
He utilizado tu fuego,
el que apagaste por soplar demasiado rápido.
Y he recogido las cenizas,
dándoles un hogar donde dormir.
Y que no se sintieran solas flotando.
Las he mezclado con pintura,
y he comenzado a dibujarme.
De nuevo.
A dibujar a la que pedía deseos a la luna,
y cruzaba los dedos ( solo por cruzarse contigo )
He empezado a dibujar,
algo de lo que quedó de esa
-esa que en esos días,
todavía amaba el caos que sentía
y quería brillar, aunque se sintiera pequeñita-.
He comenzado a pintarme de nuevo,
latiendo por otro corazón.
Y esta vez sí que sí,
que el primer boceto.
Lo tengo claro; será el de mi sonrisa.

                                            Emilia Ramos