Cuando uno cae
tantas veces, cree que todas esas heridas sanan, pero siempre queda alguna
cicatriz.
Tú, niño de mi
corazón, veo tantas cicatrices en tu cuerpo, tantas heridas abiertas aún, pero,
no te cortes más, tienes que ser fuerte y yo estaré contigo, te apoyaré, no hay
motivos para lastimarte; sé que la vida es dura y duele, pero no te hagas más
daño a ti mismo. No tienes por qué.
Cuento cada
cicatriz de tu cuerpo, son muchas, ¿Cuánto hay que sufrir para llegar a tal
límite? Cada cicatriz tiene su historia -me dice-: una burla, un golpe, un
empujón, un rechazo...
¿Por qué la gente
es tan mala a veces? Él nunca hizo nada, sólo es diferente, solo es Emo... No
tiene nada malo ¿O sí? Yo lo quiero igual, sea emo o un loco de los
videojuegos, eso no le quita el derecho a vivir o a amar, o simplemente a ser
amado. Pero la gente a veces es cruel y le da miedo lo distinto. Aun así, mi
niño, no te lastimes más; yo seré tu apoyo moral y la vocecita que te ayude a
seguir en paz. Toda cicatriz tiene si historia y todos tenemos alguna, solo hay
que saber curarlas o llevarlas sin hacernos daño.
Mariana Gómez Loaíza, 2º ESO
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