domingo, 19 de junio de 2016

Rutinas

Y volvió a hundírsele el corazón en el pecho,
hasta hacérsele pedazos,
hasta volver
a la monotonía.
Cada vez le dolía menos;
sentía que no era nadie,
se cortaba porque él
no la quería.
No había un solo hueco en su cuerpo
en el que no hubiera cicatriz,
solo porque con él
todo había sido herida.
No sabía lo que ella valía,
que era demasiado joven
con un corazón frágil;
y pensaban aún que existían
los príncipes azules
con su sonrisa de marfil.
Tardaría poco en recordar
cómo una rosa roja
él le regaló;
y cómo vio, con sus ojos llorosos,
una joven asombrada
al recibir aquella flor.


                                                                       Virginia Alonso, 2º ESO

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