lunes, 23 de mayo de 2016

Resurgiendo

A veces el lector queda sin palabras... silencio, ese silencio necesario que inunda todo después de leer el poema. Es la magia de la poesía; pero una magia que crece, que punza lo más íntimo si se sabe qué tienen detrás esos versos... Si tuviérmos voz, palabras suficientes para dibujar el significado cabal de un poema como este, ... tendríamos el arma para vencer las sombras, las tristeza... la muerte misma, sin lugar a dudas:

Coleccioné mil andanzas;
fui buhonero de alegría;
tanto fui antes que hoy en día
no me queda esperanzas.
Al menos ya no en botellas;
ya fui abrazando farolas,
fui ladronzuelo de estrellas
y hurté y regalé otras rolas.
Ahora soy yo, sin disfraces,
sin sal ni azucar, ni nada,
con tristeza en la mirada
y ganas de hacer las paces
con el mundo y con mi vida.
Ahora de todo hay salida,
y entrada para la volver,
por si acaso me enamoro
de algo que me haga escocer.
Ya se me va la medida,
y eso dice que ahora toca
terminar ahora el poema.
Parece que ahora la vida,
suelta fuelle y toda roca
de mi corazón es flema.
Y al ser flema y no roca puedo escupir toda la puta ansiedad.

                                                                               Rubén Aguilar, 1º Bachillerato

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