La rosa sueña un hombre:
con una desazón que le es ajena
mide las erosiones de su piel […]
Sueña que los demás son los que hieren.
(De Obligación)
Yo no conocía a Francisco José Martínez Morán, lamentablemente. Pero hace
unos días tuve el privilegio -porque lo fue sin duda alguna-, de asistir a la
presentación en Rivas de la antología Re-generación
llevada exquisitamente a cabo por José Luis Morante… Y allí estaba Francisco,
sentado al lado de este último, revestido de esa sencillez que lo caracteriza,
esperando desplegar sus versos que elevan un vuelo tan digno como pleno de
claridad y conmovedora belleza. El propio José Luis dijo de él en alguna
ocasión “en la personalidad lírica de Francisco
José Martínez Morán se reconocen siempre como rasgos propios la tendencia al
poema breve, la impecable construcción formal y ese ejercicio continuo de
vislumbrar enlaces entre literatura y cauce vital”, lo que hace de su poesía algo personal, profundo; algo cuya voz se deslinda
de lo cotidiano para elevar todo detalle a un lirismo casi catártico capaz de
llenar el alma del lector, tras una apariencia de sencillez sublimadora de la
totalidad de la existencia.
Y es cierto; su poesía
tiene la cualidad del deslumbramiento propio de quien lleva poco –pero sabio-
camino recorrido; y de esa perfección capaz de causar la admiración de alguien
tan experimentado como su antólogo y, en general, de todo aquél que se acerca a
sus versos.
Siguen quemando casas.
A lo lejos, el humo se demora
en pesadas columnas de ceniza
que el viento arrastra a veces hacia el este,
y a veces hacia el sur desde el que observo.
Cuando cerchas y vigas se desploman,
hay un estruendo sordo de cascotes
y las pavesas vuelan y se extinguen
como azahares muertos en la escarcha.
(De Obligación)
Ciertamente es
impresionante tener, frente a frente, a alguien como Francisco; esa conciencia
del observador –admirador quizá- que desde la sombra ve corporeizada una meta
vital … y encuentra en ella a una persona humilde, cercana, dispuesta a una
conversación distendida donde el tiempo no importa; solo el compartir
experiencias y el amor por la poesía.
Francisco José Martínez Morán nació en Madrid, en 1981; es Doctor en Literatura Comparada y
Licenciado en Filología. Ejerce como investigador en el Centro de Estudios
Cervantinos y participa como docente en talleres literarios de la
Universidad de Alcalá de Henares. Coordina la publicación semestral Quebrados y
es colaborador de varias revistas literarias. En 2005 consigue el premio Félix Grande con su poemario Variadas posiciones del amante. Más
tarde, publicará otro de sus poemarios: Obligación.
En 2009 recibe el XXIV Premio de poesía Hiperión con La puerta tapiada, un poemario donde la sensación de vacío como
designio permanece latente tras todo sentimiento posible; la redención
sobrevuela los versos, pero ese vacío persiste, invencible … sin embargo, es
también hacedor de héroes cotidianos, en lucha constante por desvincularse del
dolor que lleva consigo y que impregna sentimientos tan nobles como el amor.
Todo está desvelado:
el tacón se desliza suavemente
hacia la calle, pero todavía
no pasa del deseo de ser paso;
la mano es transparente,
es líquida la sombra de la espera.
El vestido habla de luz y las cortinas
se abren desde el silencio hasta el silencio.
(“Hopper: verano”, de Re-generación)
Sin duda alguna, es la
suya una poesía que brota de la sencillez, que hace diáfano el sentimiento
sirviéndose del instrumento de lo cotidiano, de lo que pasa desapercibido, que
se reviste de un lirismo tan potente como para ensordecer la voz que intenta
romper cada día la perspectiva poética del mundo… Pero le es a este poeta tan
consustancial ese lirismo, que la poesía vence en él a la desesperanza, al
vacío, … a la extinción y a la muerte.
Francisco José Martínez
Morán es un poeta que conserva aún esa ardorosa juventud que tiene tanto que
decir a pesar de los momentos difíciles que nos han tocado a la generación de
los ochenta … la belleza, el arte, la poesía es savia que alimenta su discurrir
cotidiano, al que suma una capacidad de trabajo admirable; por eso, ha sido un
honor indecible dedicarle un homenaje en nuestro taller:
La rosa sueña un hombre:
con una desazón que le es ajena
mide las erosiones de su piel,
cataloga palabras y pupilas,
trata de comprender la
decepción,
el miedo y la esperanza.
Sueña que la existencia se reduce
a sangre y pulso y polvo;
sueña que vive largas estaciones,
se sueña fea y pálida, se sueña
extrañamente vieja y olvidada.
Sueña que los demás son los que hieren.
(“Palabras y pupilas”, de Obligación)
Este poema conmovió profundamente, porque su sencillez está construida
de tal forma que se adentra en el espíritu del lector; invade el alma por esos
designios desconocidos que aúnan los sentimientos de emisor y receptor en una
comunión lírica que eleva el interior hasta los páramos de un yo auténtico
liberador, donde se vencen los miedos a sentir en plenitud. Sin tener la
conciencia de todo esto, los alumnos lo percibieron, con la espontaneidad que
les caracteriza … ellos no saben de crítica literaria, de poética ni de teoría;
pero su juicio es claro y sincero, y se cristalizó en un sincero “profe, yo
quiero ser como él”, … aquí, sobran las palabras, pero sobrevienen los
agradecimientos; el nuestro va absolutamente entregado a este poeta, indudable
ejemplo para las nuevas generaciones deslumbradas por la magia del verso.
Arganda
del Rey, 3 de Mayo de 2016.