domingo, 13 de marzo de 2016

Fernando de Herrera, muerto de amor ... por el verso, vivo


Fernando de Herrera, latente en lo apasionado de sus versos, vuelve a resonar en la voz de nuestro taller ... el fuego que lo mantuvo vivo continua candente y alimentando las llamas que empiezan a prender ahora.

Pero aunque en el peligro desfallezco,
no desamparo el paso; que antes torno
mil veces a cansarme en este engaño.
Fernando de Herrera 


De nuevo, me hallo ante una página en blanco, esperando una posible inspiración para completarla con nuevas letras que describan algo del tránsito de mi vida, aunque la verdad es que, las mismas letras son mi vida; soy y he sido siempre un humanista, de nacimiento en 1534, en la bonita ciudad de Sevilla, representando a la escuela poética sevillana y ganándome así el sobrenombre de "el Divino", por toda la dedicación intelectual que mi autoexigencia y afán de sabiduría ha conseguido, aunque la verdad es que siempre he tenido una insatisfacción hacia mis letras. Mi educación se la debo al maestro Pedro Fernández de Castilleja, y a mi mentor y amigo, Juan de Mal Lara, con quien tanto de mi ambición he compartido. Nací en el seno de una familia humilde, pero debido a mis estudios eclesiásticos, recibí unas órdenes menores y fui beneficiado por la parroquia de San Andrés, gracias a esto, pude seguir con mis ocupaciones eruditas. 
¿Y cómo comencé en estas letras? Comencé en la literatura con unos poemas épicos y algunas obras en prosa, especialmente en unas anotaciones a la poesía de Garcilaso de la Vega; esta exposición me supuso el inicio de una pugna entre seguidores de la escuela castellana y los componentes de la escuela sevillana, por no haber hecho mención a una edición parecida de Francisco Sánchez de las Brozas, aunque mis comentarios iban más allá de unos simples comentarios sobre la poesía de este autor, que para mí fue un modelo a seguir; al igual que el gran poeta Petrarca, ambos han influido mucho en mi poesía amorosa
La literatura para mí también ha sido una manera de expresar mis sentimientos, de evasión… Mi poesía amorosa, ha ido dirigida siempre a la que es mi luz y mi estrella, un divino esplendor de la belleza, Doña Leonor de Milán, condesa de Gelves, y esposa de Don Álvaro Colón y Portugal. Mis poemas empezaron siendo una súplica apasionada hacia ella, con aquella angustia que tenía de la ilusión amorosa que esa bella dama me dejaba y que aún recuerdo; después se convirtieron en unos poemas llenos de esperanza de la posible correspondencia de mi amada. Al final, terminaron siendo poemas en los que aquella esperanza había caído por completo, por un cambio en su actitud que aun a día de hoy no comprendo pero que acepto; la realidad es que nunca iba a ser mía, y tras su muerte, que más dolor me causó a mí que a ningún otro, murió también mi poesía amorosa, y, como pensé en su momento, si es error querer amar, yo cometí gran error.
Como he dicho, las letras son mi vida, por lo que me dediqué a una poesía más heroica y moral -poemas épicos- como cuando era joven, abandonando así el ideal de belleza renacentista que tuve y dando un giro a mi poesía hacia la realidad desencantada del Barroco.
                                                                                                                   Nada Bourass, 1º Bachillerato

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